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martes, 12 de octubre de 2010

soleado...

Que los dias soleados me levantan el animo, de eso no hay ninguna duda. Soy terrible y desesperadamente permeable al clima reinante en el exterior. Cuestion de familia, soy digna hija de mi padre en ese sentido. Por eso cuando escribo, miro por la ventana todo el tiempo. Quiero saber si el cielo resplandece con un celeste alegremente turquesa como el de hoy, o si esta gris plomo, como otros dias de lluvia...
Cuando el sol sale, y la brisa de la primavera toca mi cara, algo fria, algo tibia, siento que soy capaz de cualquier cosa, y la sonrisa llega a mis labios sin esfuerzo ni control alguno. Simplemente soy feliz, porque en estos dias nada me parece imposible, todo es realizable. Cierro los parpados, y miro directo al sol, que me encandila, y a la vez es el portador de numerosas ideas. Mis ojos se hacen mas claros, pero no solo por la luz que entra, sino tambien porque reflejan ese cielo sin tormentas que siempre llevo en mi.
En este clima, salgo descalza al jardin, y me refresco los pies en el cesped verde intenso recien cortado, que me hace cosquillas mientras leo sentada al sol. Me despojo de todo lo que me haga recordar el largo y duro invierno, la bufanda, el gorro de lana, el pesado abrigo de Yeti, las botas forradas con piel, los abrigados sweaters, las lagrimas, los desencantos y las duras realidades.
De todo esto me desvisto, y busco la bikini azul que me pone de buen humor invariablemente, y asi, liviana y agil, bajo las escaleras y salgo. El sol me recibe calidamente, las flores me rodean con su fragancia y sus colores infinitos, y tengo que sacarme los abejorros y los mosquitos de encima. Las hojas del libro corren solas con el viento, y voy leyendo lo que la naturaleza me tiene reservado.
La primavera esta. Conmigo.
Y yo me siento feliz.

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